Andoni Goikoetxea evita el recuerdo, está cansado de que le endilguen su triste fama. Sin embargo, en su casa de Las Arenas, con vista al Cantábrico, guarda como reliquias los botines que utilizó ese 24 de septiembre de 1983, cuando con una tremenda entrada de atrás fracturó el tobillo izquierdo de Diego Maradona. Los tiene protegidos con cristal, como una pieza de museo, y no duda de fotografiarse con ellos, bajo una amplia sonrisa.
"No quiero que se malinterprete. No los conservo como el que conserva una pieza de caza. Simbolizan para mí la cruz y la cara del fútbol. Por un lado, el acoso que sufrí tras la lesión de Diego; por el otro, lo emotivo que resultó el homenaje de San Mamés", le explicó el vasco al diario El País de Madrid.
Fue en una de las pocas entrevistas que dio a 25 años de lo que El Mundo Deportivo tituló El Crimen. El ex técnico del Numancia y del Hércules prefiere hablar de fútbol, aunque está resignado a que su apellido esté siempre relacionado con aquella agresión.
Cuatro días después de la masacre, el Bilbao enfrentó al Lech Pozman polaco por eliminatoria europea. Fue a pocas horas del fallo del Comité de Competición: 18 fechas de suspensión (tras una apelación la bajaron a diez partidos). Entonces, a Goikoetxea lo ovacionaron en el estadio del Athletic, en desagravio de lo que los vascos consideraron una persecución hacia su futbolista. Es por eso que Andoni dice que guarda los botines...
Las declaraciones actuales del vasco guardan coherencia con lo que manifestó aquella vez. "Lo pasé mal por las críticas pero fue un accidente, yo no pretendí lesionar a nadie. El fútbol tiene este tipo de contactos. Diego estuvo tres meses sin jugar, lo que hoy se demora cualquier futbolista en recuperarse de una rotura fibrilar mal curada. Maradona siguió jugando, fue al Napoli, fue campeón en México 86 y el mejor futbolista del mundo", explicó en FM Ona, de Cataluña.
"Con Maradona hablé después por televisión y varias veces por teléfono. El dijo que no me guarda rencor y yo tampoco a él", aseguró Andoni.
Sin embargo, aquellos días fueron fuertes. Periodistas de Barcelona consultados por Olé recordaron el tremendo enojo de Maradona cuando se enteró de las 18 fechas. Esa sanción fue de oficio y bajo fuerte presión culé y mediática, ya que el árbitro murciano Jiménez Madrid sólo había amonestado a Goikoetxea.
El victimario arrastraba broncas lejanas y cercanas cuando pegó la patada. Dos años antes, una violenta infracción de Bernd Schuster lo había dejado una temporada parado. Y aquella noche el alemán volvió a darle fuerte, algo que Jiménez Madrid ni sancionó. Esa entrada llevó al Camp Nou a entonar a viva voz el apellido del actual entrenador del Real Madrid. "Estaba más caliente de lo normal. Asumí un riesgo excesivo, pero no había maldad", se justifica Andoni.
En el 2007, The Times elaboró un ranking de violentos y el ganador fue Goikoetxea. "Me reí. Nadie dice que Figo terminó con la carrera de César (Zaragoza)", dice hoy.
Pero a él se lo recuerda por Diego. Y por algo exhibe los botines.
"No quiero que se malinterprete. No los conservo como el que conserva una pieza de caza. Simbolizan para mí la cruz y la cara del fútbol. Por un lado, el acoso que sufrí tras la lesión de Diego; por el otro, lo emotivo que resultó el homenaje de San Mamés", le explicó el vasco al diario El País de Madrid.
Fue en una de las pocas entrevistas que dio a 25 años de lo que El Mundo Deportivo tituló El Crimen. El ex técnico del Numancia y del Hércules prefiere hablar de fútbol, aunque está resignado a que su apellido esté siempre relacionado con aquella agresión.
Cuatro días después de la masacre, el Bilbao enfrentó al Lech Pozman polaco por eliminatoria europea. Fue a pocas horas del fallo del Comité de Competición: 18 fechas de suspensión (tras una apelación la bajaron a diez partidos). Entonces, a Goikoetxea lo ovacionaron en el estadio del Athletic, en desagravio de lo que los vascos consideraron una persecución hacia su futbolista. Es por eso que Andoni dice que guarda los botines...
Las declaraciones actuales del vasco guardan coherencia con lo que manifestó aquella vez. "Lo pasé mal por las críticas pero fue un accidente, yo no pretendí lesionar a nadie. El fútbol tiene este tipo de contactos. Diego estuvo tres meses sin jugar, lo que hoy se demora cualquier futbolista en recuperarse de una rotura fibrilar mal curada. Maradona siguió jugando, fue al Napoli, fue campeón en México 86 y el mejor futbolista del mundo", explicó en FM Ona, de Cataluña.
"Con Maradona hablé después por televisión y varias veces por teléfono. El dijo que no me guarda rencor y yo tampoco a él", aseguró Andoni.
Sin embargo, aquellos días fueron fuertes. Periodistas de Barcelona consultados por Olé recordaron el tremendo enojo de Maradona cuando se enteró de las 18 fechas. Esa sanción fue de oficio y bajo fuerte presión culé y mediática, ya que el árbitro murciano Jiménez Madrid sólo había amonestado a Goikoetxea.
El victimario arrastraba broncas lejanas y cercanas cuando pegó la patada. Dos años antes, una violenta infracción de Bernd Schuster lo había dejado una temporada parado. Y aquella noche el alemán volvió a darle fuerte, algo que Jiménez Madrid ni sancionó. Esa entrada llevó al Camp Nou a entonar a viva voz el apellido del actual entrenador del Real Madrid. "Estaba más caliente de lo normal. Asumí un riesgo excesivo, pero no había maldad", se justifica Andoni.
En el 2007, The Times elaboró un ranking de violentos y el ganador fue Goikoetxea. "Me reí. Nadie dice que Figo terminó con la carrera de César (Zaragoza)", dice hoy.
Pero a él se lo recuerda por Diego. Y por algo exhibe los botines.
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