16/1/09

Se complican los refuerzos de River


Me encantaría anunciar que de esa combi se van a bajar Fulano, Mengano, Sultano y Sultanito". El deseo, de repente, se hace realidad. Una combi blanca se detiene al 989 de la calle Primitivo de la Reta. Los fotógrafos corren buscando la exclusiva. Un par de hinchas se arriman. "¡Llegaron los refuerzos!", gritan desde adentro del Sheraton. Y ahí están, ahí bajan. El primero es Julio Macchi, buen porte, interesante altura y oficio para dejar el banco y convertirse en el zaguero que pidió Pipo.

Recostado sobre la izquierda aparece el nuevo lateral: Domingo Díaz, chiquito y tan rápido como escurridizo. Los sigue Mario Israel, el patrón del medio, el cerebro, quien no tiene tanta prensa pero está acostumbrado a manejar los hilos del equipo. Y detrás suyo, sí, el de mejor olfato y el que rara vez falla: José María Aguilar, quien saluda, desea buen año y, sin perder tiempo, pregunta por Gorosito, la persona a la que vino a visitar hasta esta ciudad para contarle que el escenario no es el mejor y que, palabras más, palabras menos, tendrá que seguir esperando las incorporaciones...

Eran casi las tres de la tarde cuando el presidente de River pisó el búnker del equipo. Barba tupida, pelo revuelto, camisa abierta a lo Sandro, JM apareció --acompañado por los dos vicepresidentes y el secretario del club-- con el objetivo de hablar con el técnico y de informarle cuál es el estado de las negociaciones por los refuerzos (ver Cara a cara...). "Hacer una mesa de trabajo en Mendoza", como él mismo definió en La Red. Una mesa de trabajo en la que no sobraron buenas noticias.

Aunque tampoco tan malas. Es que después de interiorizar al DT sobre las negociaciones que se están realizando, la idea del dirigente fue recordarle que "tanto el fútbol argentino como el mundial están viviendo un momento particular por la crisis económica" y que no es fácil satisfacer las necesidades de los entrenadores. Sin embargo, la postura de Aguilar tampoco es intransigente, como para que Pipo se olvide del asunto. Al contrario. "No hemos venido a decirle que no vamos a traerle a ninguno", aclaró. Y luego agregó: "Lo que necesitamos es conversar, conocer prioridades, buscar alternativas y también saber qué piensa de algunos chicos que él no conocía". ¿Qué quiere decir esto? Que tal vez Pipo haya cambiado de idea respecto a algún puesto y, así, la búsqueda se pueda centrar en menos cantidad de jugadores.

Consciente de que sería más efectista "hacer un pool con bancos, pedir 10.000.000 de dólares y salir a romper el mercado en un año político", Aguilar admitió que eso no "sería sano para el club". Y recalcó que, por eso, será importantísima la mano del técnico para sacar lo mejor de un plantel que terminó último en el último Apertura, pero "fue campeón seis meses atrás". Tan decisiva cree que es la función del DT que ya por la tardecita, junto a sus tres compañeritos, se acercó hasta el Club de Campo para ver el último entrenamiento del día. Después de la cena cuidada en grasas y calorías junto a todo el plantel, había llegado el momento de armar una mesa menos multitudinaria y, café de por medio, hablar con Pipo. Al que no le trajeron novedades, pero sí cuatro refuerzos de peso, de mucho peso para River.

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