La imagen es fuerte. Podría decirse que Diego Cagna es un señorito inglés, pero la realidad es que el técnico de Tigre simplemente sabe perder. Se banca la derrota y muestra el camino para que todos aprendan. Cuando Laverni expulsa a Daniel Islas se acerca al alambrado para calmar a los hinchas de su equipo para que dejen de tirar butacas. Cuando termina la primera final del triangular se pone delante de sus jugadores (saca de un manotazo a Blengio, el más enojado) para calmarlos, para que no vayan a protestarle al árbitro. Cuando la final empieza a ser historia se pone frente a los micrófonos y lo primero que hace es defender la actuación del juez. "Laverni dirigió bien". El entrenador que revoluciona a una ciudad con su Tigre que pelea con los gigantes también da ejemplos con actitudes que vale la pena destacar. Tiene el Ghandi de fin de año a su disposición.
Cagna, que manda órdenes desde sus remeras "Esta tarde cueste lo que cueste", tampoco busca excusas raras a la hora de analizar la clara derrota de su Matador. "Perdimos porque cometimos errores y no jugamos bien. Laverni dirigió bien. En el primer tiempo tuvimos distracciones que nos costaron dos goles. En el segundo lo fuimos a buscar. No jugamos un gran partido, pero metimos a San Lorenzo en su propio arco. Intentamos, pero no se pudo. Inclinamos la cancha, aunque no generamos situaciones claras. Con un par de centros casi llegamos al empate, pero no se dio. Igual me voy conforme con lo que hicieron los chicos", dice con la misma serenidad que lo trajo hasta aquí.
Explica que sacó a Martín Morel porque "estaba jugando mal y Ayala tampoco lo hizo bien" y luego mira hacia el macht ante Boca cuando dice "no estoy nervioso para el partido del martes porque tenemos un gran arquero suplente (Ardente) y un buen cinco como Blanco". Y se fue de la mano de su hijo Thiago: otro ejemplo.
Cagna, que manda órdenes desde sus remeras "Esta tarde cueste lo que cueste", tampoco busca excusas raras a la hora de analizar la clara derrota de su Matador. "Perdimos porque cometimos errores y no jugamos bien. Laverni dirigió bien. En el primer tiempo tuvimos distracciones que nos costaron dos goles. En el segundo lo fuimos a buscar. No jugamos un gran partido, pero metimos a San Lorenzo en su propio arco. Intentamos, pero no se pudo. Inclinamos la cancha, aunque no generamos situaciones claras. Con un par de centros casi llegamos al empate, pero no se dio. Igual me voy conforme con lo que hicieron los chicos", dice con la misma serenidad que lo trajo hasta aquí.
Explica que sacó a Martín Morel porque "estaba jugando mal y Ayala tampoco lo hizo bien" y luego mira hacia el macht ante Boca cuando dice "no estoy nervioso para el partido del martes porque tenemos un gran arquero suplente (Ardente) y un buen cinco como Blanco". Y se fue de la mano de su hijo Thiago: otro ejemplo.
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