21/11/08

Carlos Ischia motiva a sus jugadores


No pierdan la fe, no pierdan la esperanza. Ustedes ya dieron muchas vueltas olímpicas en todos lados. Si ganamos los cuatro partidos, somos campeones. Hasta si ganamos tres de los cuatro...
Es clave ganar el domingo, ganando ustedes son imparables".

Esta vez las optimistas palabras de Carlos Ischia no se meten en ningún micrófono ni endulzan los oídos de ningún hincha. Esta vez, en una mañana que todavía era gris y apenas tenía algunos curiosos en las tribunas de Casa Amarilla, van directamente al corazón de sus jugadores. Bien adentro. A convencerlos de que, a pesar de lesiones y derrotas, de infortunios y errores, Boca puede ser campeón de este Apertura de las mil sorpresas. El DT habla, mueve los brazos, y durante siete minutos sus muchachos escuchan en ronda. Después, a la hora de la pelota, con dos goles y una muy buena práctica, esos mismos muchachos le respondieron al técnico que sí, se puede.

Porque después de las palabras, de la arenga motivadora sin pasarse al otro lado, hubo fútbol con la cabeza puesta en el viaje a Tucumán. Y ahí el Pelado, que cree que ni San Lorenzo ni Tigre ganarán más de dos partidos, volvió a las fuentes. Sin Cáceres, entre los tantos ausentes a esta altura, Ischia decidió rearmar el 4-3-1-2 con el regreso de Morel Rodríguez y el ingreso de Alvaro por Vargas en el medio. Hasta ahí, la lógica. Pero arriba también metió y, por primera vez en el semestre, al margen de situaciones circunstanciales, plantando un doble 9: Viatri-Figueroa, quedando de esta manera Mouche, de buenas actuaciones en los últimos partidos, afuera. Y, tras 50 minutos de fútbol, dos goles y encuentros exitosos, la conclusión fue positiva.

En la breve charla antes de empezar el partido entre titulares y suplentes, en el círculo central, Ischia repartió algunas breves indicaciones que luego se vieron en la cancha. Por caso, que Alvaro estuviera atento a cubrir las constantes subidas de Ibarra, pero que también se mandara al ataque con decisión cuando veía la posibilidad. O que los centrales, tal como ocurrió, no se movieran de la cueva y se apoyaran en el respaldo de un escudo protector como Battaglia. Y, con Mouche sorpresivamente para los suplentes, el DT le entregó la franja izquierda a otro zurdo como Dátolo, quien sin la obligación de retroceder tanto, como cuando jugaba en línea de 3, fue mucho más ofensivo y por momentos hasta casi un tercer delantero por esa banda. De hecho, marcó el segundo, en el área chica.

El doble 9, por tratarse de un primer ensayo, no le pudo funcionar mejor a Ischia. O sí: sólo faltó el gol de Viatri. Porque Figueroa tomó un rebote tras un tiro desde afuera de Ibarra y facturó el primero tras una gran gambeta. Luego, tras una combinación a un toque con Viatri, otra vez rompió la defensa y cruzó un pase gol a Dátolo. Y tras otro toque sutil, aguantando a los centrales con la espalda, habilitó a Viatri. Pero Lucas falló en el mano a mano y, claro, ligó un reto del DT. La idea inicial siempre fue mantener a Viatri en el área, de referencia, y que Lucho (todavía no la metió cuando le tocó entrar) flotara a sus costados, preferentemente sobre la derecha, para dejarle el callejón izquierdo a Jesús. Pie para construir juego, para buscarse, no le falta a ninguno de los dos 9. Por eso hubo varios encuentros muy productivos.

El susto de la mañana fue Riquelme, que a los tres minutos dejó la práctica, y su lugar lo ocupó Gracián. Pero a todos les volvió la paz cuando desde el consultorio llegó un parte tranquilizador. Con el 10, claro, Boca puede aún mucho más.

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