18/11/08

La seleccion se entrena en Glasgow


Yo pasé del infierno al paraíso, todo se puede en la vida. ¡Cómo no van a poder ustedes, muchachos!". Maradona se presentó a sus nuevos jugadores como lo que es: Maradona.

Ya nadie pensó en el frío de la oscuridad insolente de Glasgow, en el frío que helaba el cuerpo. Sabiendo que los mensajes cortos y contundentes son los que más movilizan, el primer día de Diego como técnico de la Selección tuvo una frase de las suyas. "Nos liquidó", confesó un jugador por lo bajo, con la frase de memoria en su cabeza.

Bienvenidos. Lo mismo decían los carteles de la cancha que vio la entrada en calor y el fútbol reducido mientras se completaba el plantel. En lo alto de las dos cabeceras había una foto de Diego en el 79, en Escocia, el día que su garganta dejó de ser virgen con la celeste y blanca. La leyenda en español era "el Celtic le da la bienvenida a Maradona y todo el equipo de la Argentina a nuestro campo de fútbol el Paraíso". Como si todo tuviera que ver con todo. Y en las bandas también se leía "Celtic welcome Maradona". El sonido del click de las cámaras digitales taladraba los oídos. Diego le pegaba un zurdazo a una pelota, hablaba con Masche, cargaba a Jonás Gutiérrez, después hacía jueguitos durante un segundo. Se lo veía feliz pero serio. Fueron 40 minutos históricos, los de la refundación de Maradona.

Repartió pecheras, dato que a veces sólo es relevante si está él en el medio. Hubo celestes y rojos, más un dato de color: el primer gol de la era de Diego lo hizo el Kun Agüero. En realidad fue un partidito con la cancha achicada, un 3-2 que no servirá para la estadística, con otros pases a la red de Gago, Denis, Lisandro López y el capitán Mascherano.

"Es la primera vez que la veía pasar y no la podía agarrar", diría después Diego. La primera vez, también, que no lo fastidiaría. Aunque su jugada como entrenador había empezado varias horas antes. Pasada la medianoche lo llamó a Alejandro Mancuso. "Mancu, vení, vamos a hablar con los muchachos", le pidió. Y empezó la recorrida por el tercer piso del Radisson. Con Heinze, Gago, Coloccini, Jonás Gutiérrez, Burdisso, Zanetti, Mascherano, Tevez, Demichelis y Sosa, los que habían llegado. Fue un touch, un cómo están, cómo se sienten, recuerden que hay que matarse por esta camiseta. Casi como cuando iba a arengar a Ezeiza o en los Juegos (él sabe que tendrá que pasar del otro lado del mostrador), recién con el tiempo profundizará en los casos que lo sienta necesario. Al final se reunió en una habitación con Mancuso y Lemme. Recién a las tres de la mañana se fue a dormir satisfecho.

Maradona tiene un equipo en la cabeza, pese a que no quiere hacerlo público "porque primero lo tienen que saber mis jugadores". Para esta vez, como diría el renunciante Coco Basile, le gusta el 4-4. Sin Román Riquelme en Escocia, el que llevará la 10 cuando esté y la pueda usar, la Selección jugará sin enganche. Quizá sea un momento apropiado para el consejo que les suele dar Carlos Bilardo a sus ex dirigidos cuando agarran un equipo. "Los primeros partidos asegurala, jugá un 4-4-2. Cuando ganás un par de partidos sacá a uno del medio y tiralo un poquito para adelante", cuentan que dice. Igual el técnico avisa que cambiará de módulo táctico durante el juego, que no quiere ser previsible. Y repite que lo importante es la actitud. "No quiero que caminen la cancha como contra Chile", es otra frase que deberán incorporar los 22 convocados (anoche, tarde, llegaron Rolfi Montenegro, Cristian Villagra y Emiliano Papa vestidos de civil para completar la primera lista).

Quiere un equipo que tenga posesión de pelota. "Cuando la dividen se pone loco", contaba hace unos días Mancuso. "No hay mucho tiempo para trabajar, así que lo importante será cambiar la actitud, porque lo otro sale solo", completó el concepto Maradona en persona. Un Maradona cordial, que no se ocultó en el hotel pese a que es el hombre más buscado de los que tienen un escudito de AFA en el pecho. Con decir que al salir del estadio sólo él les firmó autógrafos a los cincuenta hinchas que esperaban.

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