3/11/08

Newell's 1 Rosario Central 0


La postal era elocuente. Los 38 mil fanáticos que colmaron el Coloso agarrándose la cabeza. Algunos se aflojaron con algo de alivio, los visitantes. Los de Newell's sólo atinaron a ovacionar a Cristian Fabbiani, apenas segundos después de haber mandado la pelota por arriba del travesaño, con sólo Ribonetto en la línea. La jugada del partido no fue el gol de Schiavi. El Ogro fabricó una obra de arte, dejando a tres Canallas en el piso a pura potencia y pisada. Definió feo, cuando era un golazo cantado. Igual, se ganó una ovación. "Lo importante era terminar festejando y lo pudimos hacer", resumió. Genio y figura.

Ya se jugaba el descuento, pero él todavía se sentía con oxígeno y piernas para desparramar rivales. Pero en el último toque, Cristian definió con el puntín derecho, alto, afuera. Y la cancha se vino abajo igual. "No quise cancherear. La quise asegurar y me picó mal", explicó el 2-0 que jamás llegó.

No fue extraña la reacción de los Leprosos. A pesar del gol errado, todos aplaudieron al Tanque. Es que el Ogro se hizo querer en Rosario. Volvió del fútbol europeo. Dejó el Cluj rumano y la chance de jugar Champions para ponerse la rojinegra. Lo recibieron con un dietólogo y con la necesidad de que se convierta en el faro ofensivo. Le costó debutar porque su transfer no llegaba y recién apareció en la 5ª fecha, ante Lanús. Ni lleva dos meses que juega con la rojinegra, pero sus tres goles y su juego hicieron que sea el más ovacionado cuando la voz del estadio lo presenta. Ayer, para Olé, jugó para un 5 aun fallando en la única clara que tuvo. Laburó para el equipo, aguantando todo lo que le tiraron, saliendo del área para generar espacios y sacándole brillo a la pelota con sus pisadas. Incluso Braghieri se llevó de recuerdo un caño fenomenal. Es esa confianza la que lo llevó a decir, apenas llegó a Rosario, que su intención era mostrarse para tener alguna chance en la Selección. Y el Negro Gamboa, su DT y amigo de Diego, ya lo postuló para una convocatoria. Ayer le faltó tiza en la punta de su botín para cerrar la tarde con un golazo que hubiera quedado en la historia del derby.

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