24/11/08

España gano la Copa Davis


Tiene razón, Mancini: la derrota no es sólo del tenis. No se trata de hacer sociología barata ante el dolor por perder en una competencia deportiva, trascendente -sí-, pero sólo eso. "A los argentinos nos cuesta mucho tirar todos para el mismo lado", dijo Luli en su última conferencia de prensa como capitán de la Copa Davis. Esa mirada autocrítica de la historia revela cuestiones internas del grupo y a la vez incluye en la volteada -con razón- a todos (periodistas, políticos, dirigentes, público en general). El equipo que tuvo su Maracanazo -en contra, claro- en Mar del Plata sufrió en carne viva el gen argentino: el "veletismo", la falta de solidaridad o la falsa solidaridad, la poca capacidad para afrontar situaciones adversas, la victimización, la tendencia a no hacerse cargo, las miserias que nos son conocidas. Y como dijo Mancini, no es sólo un problema del tenis. Desde que se supo que éramos finalistas, las aves de rapiña sobrevolaron la ensaladera para quedarse con la parte del león.

Perdimos. En definitiva era una de las dos posibilidades y para que la experiencia sirva hay que aprender a ser buenos perdedores.

Más allá de su enojo y de la evidente necesidad de repartir responsabilidades, Mancini -hábil orador- volvió a dar en la tecla cuando dijo que se tomaría un tiempo para reflexionar. Abajo del caballo, no obstante, marcó un camino: "Tenemos que aprender muchas cosas todavía para ganar la Davis. Pero no hubo fracaso".

Pero seamos francos: las principales razones de la derrota son tenísticas. El equipo -favorito, con condiciones ideales por presentes y ausentes, localía y superficie- llegó con un plan imbatible: dos singlistas fuertes, la posibilidad de poner un doble con buenas victorias en la última parte del año. Pero un imponderable o no, la derrota de Del Potro y su posterior lesión, lo dejó a merced de España, todo un espejo donde mirarse. Calleri ni Acasuso no otorgaban las mismas garantías. Tampoco había fuera del equipo jugadores que pudieran suplir con solvencia a Delpo. Mónaco y Cañas eran variantes similares a las convocadas por el capitán.

La Davis es un torneo de gran valor sentimental para los jugadores, pero les queda a trasmano del calendario y de sus necesidades personales. Jugarla implica -en términos relativos- resignaciones. "Uno como capitán puede sugerir que no vayan a algún torneo, pero la decisión es del jugador", dijo Mancini. Se refería obviamente a Del Potro, quien terminó pagando la presión de la serie final y el desgaste enorme que le significó ir a Shanghai.

La pregunta que se impone es qué será del equipo de Copa Davis después de esta derrota que será histórica. Mancini confirmó que no seguirá. Su ciclo incluye una semifinal (Eslovaquia) y dos finales (Rusia y ésta con España). Volvemos a acordar con él que sería necio hablar de fracaso. Pero es evidente que un cambio de mando puede servir para componer cuestiones de convivencia que no funcionaban. Suena fuerte el nombre de Martín Jaite, de los más queridos en el mundo del tenis. A eso le agrega un plus: conoce bien a Nalbandian, a quien entrenó el último año. Esa relación quizá sirva para ponerle límites al único jugador indispensable que tenemos, si se pretende ganar, con esta camada, la Davis.

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