7/11/08

D'Alessandro calentó la bombonera

En unos minutos pasó del pase brillante, de la jugada virtuosa que terminó de liquidar a Boca en esta Sudamericana, a la calentura y los insultos con Pablo Mouche:

-Cerrá el orto, pendejo.

-Sos un fantasma.

-Vos no sos nadie.

La discusión arrancó en un avance por la izquierda de Andrés D'Alessandro, el fantasma, perseguido -con intento de patada incluido- por el juvenil de Boca. Antes había concretado una asistencia fina, de zurda, para el toque al gol de Alex. Y, durante toda la noche, el Cabezón jugó un partido especial y resultó el protagonista, al cabo victorioso, de su duelo personal en la Bombonera.

"Todavía no sé hablar bien portugués, pero antes de salir a la cancha hablé unas palabras. Les dije a mis compañeros que había que correr y meter, porque Boca es difícil", contó sobre su arenga en el vestuario. Apenas pisó el campo de juego para el reconocimiento del estadio, con sus claritos y corte rasurado a los costados, le llovió una silbatina. Después, ya en el partido, además de la reprobación ante cada pelota que tocó, también le llovió de todo en cada córner del Inter.

"Volver al país y jugar acá ya es importante, y ganar en la Bombonera tiene un gusto especial", aseguró una vez confirmado el pase a la semi. Su actuación resultó determinante, más allá de la asistencia, por su liderazgo para controlar la pelota y generar la desesperación de Boca. Sus compañeros se apoyaron en él, en sus pases cortitos y de primera, en su zurda fina. "Había que pasar los primeros 45 minutos. Después metimos el gol y se abrió el partido", dijo con una sonrisa, después de dos gestos: saludó a Carlos Ischia y cambió la camiseta con Mouche. "Yo soy así, te puedo reputear en el partido porque ése es mi carácter. Pero queda ahí...", explicó. También tuvo un cruce con Jesús Dátolo: el volante de Boca le pegó un patadón de atrás, él respondió desde el piso y quedó ahí, con amarilla para el local.

Cuando el técnico Tite lo reemplazó por Neri, para preservarlo de una probable expulsión, ya tenía sonrisa dibujada. Levantó sus brazos por encima de su cabeza y aplaudió en dirección a la tercera bandeja.

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