Fue un día a lo Diego. Vivido a pleno, a full. Con el sello habitual que tiene toda presencia suya en el exterior, acentuado ahora por este enchufe que el Diez tiene en su flamante función
"Director técnico de la Selección" debe haber escrito Diego Armando Maradona en el casillero "ocupación" de la tarjeta de migraciones que completó el lunes a la noche en Ezeiza. Y comprendió todo lo que eso significa cuando arribó ayer a Barajas. Los casi 20 minutos de demora que sufrió el vuelo IB-6844 en aterrizar en Madrid no fueron el motivo de fastidio. Sí, el tremendo asedio de fans y periodistas que lo recibió en la terminal aérea pasaditas las 15 españolas. En los últimos tiempos, Diego viajó seguido a Madrid. Pero ni su condición de mejor jugador de todos los tiempos o de suegro del Kun Agüero generaron tanto revuelo como esta ocasión, en la que pisó suelo español como DT de Argentina.
Tras negarse a hablar en medio de ese caos, el Diez, Bilardo y Gabriel, el asistente maradoniano, se trasladaron al Hotel Intercontinental. Tras dejar la valija y acicalarse un poco, Diego se hizo una escapada para visitar a Gianinna y a su futuro nieto, que crece en la panza de su hija menor. Todo rápido, porque a las 20.45 tenía que estar en el Santiago Bernabéu para presenciar el primero de los partidos de su gira: Real Madrid - Juventus.
Entonces fue vuelta al hotel para juntarse con el Doc. Con el recuerdo del tole tole mediático del aeropuerto, previsores, ingresaron al estadio minutitos después del inicio. Allí, desde un palco de honor, vio cómo el equipo de su ex compañero Bernd Schuster caía contra la Juve.
De ahí, la jornada siguió. Y la noche madrileña se aprovechó para reunirse en un restaurant con varios de los jugadores citados para "su" Selección. Hoy será tiempo de seguir con el tour. Diego y el Narigón se desplazarán a Barcelona, donde se dará la cumbre con Messi y también con Joan Laporta, el presidente del Barsa, para dialogar e intentar convencerlo de que Leo esté el 19 en Glasgow ante Escocia.
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