20/11/08

La version DT de Diego

El puño maradoniano, ese derechazo que rompe el viento en forma de descarga, tenía más que un mensaje. Había ganado su primer partido como entrenador, les había cambiado el ánimo a sus jugadores y, fundamentalmente, le podía dedicar a su hija su propia refundación. El primer abrazo, con los dientes que se raspan con furia y alegría, fue con Heinze. Hubo otro con Tevez, igual al abrazo de dos amigos. Y el final con Gago, su figura en Glasgow, al que casi saca a bailar cuando se entregó a sus brazos. Verlo de cerca contagiaba energía, la percepción de ser testigo de un momento histórico. Pero en ese instante, como él mismo confesó, pensó en una mujer. "En Gianinna y en su bebé. Y en nada más", conmovió.

A un metro de él se vio a dos Maradonas. En el arranque lo vivió como espectador sin lengua. En el lado B del partido, en cambio, se dejó ver el Diego más genuino. "Pupiiii, ¡toquemos la pelota!", escupió, disfónico. Fue lo que más pidió: pases, juego simple y al pie. Su primera indicación, toda una declaración táctica, fue un "toquen, no se cansen de tocar". Aunque la prueba de su arranque apagado fue que la voz más escuchada fue la del Cabezón Lemme. Jonás Gutiérrez y Emiliano Papa sintieron el castigo de jugar por la banda más cercana.

Diego entró en el segundo tiempo. Aunque Bilardo no estaba en el banco, se enojó en una jugada en la que Tevez no se quedó en el piso después de un foul. "Quedate, Carlitos, la puta madre", tiró. Bajó un par de veces del corralito, aunque los cambios los decidió desde arriba. Habló con Mancuso y mandó a llamar a Lucho. "Quiero que colabores con la marca y que llegues al gol", le susurró al oído al capitán del Porto, el primer desobediente. "Y que Maxi vaya por izquierda", avisó. Aunque su momento más jugadorista, más de ese "técnico que da la cara", como se jactó, fue en el cambio por Papa. El leyó que le hacían el 2-1, que la gente lo abucheaba ¡cada vez que tocaba la pelota! Cuando se ordenó la modificación, la gente pedía "three, three". Maradona lo recibió y lo abrazó delante de todos.

Su cara fue más maradoniana que nunca cuando el árbitro no dio ley de ventaja luegos de un pase de Gago que dejaba a Lavezzi face to face con el arquero. "No te puedo creer", compartió la sonrisa. A un costado iba y venía Butcher, el inglés burlado en México 86, al que esta vez directamente ninguneó. Cuando Diego se fue, ni lo miró Y cuando se lo nombraron, se preguntó: "¿Butcher? ¿Quién es? Yo le di la mano al técnico de Escocia...". Su mano no se mancha.


"Quiero estar con ella"

Cuando me enteré lo de Gianinna pensé en volverme para estar con ella. Tengo una pelota en el corazón...". La previa encontraba a Maradona pendiente de la salud de su hija y de su futuro nieto. La menor de sus nenas está internada en una clínica de Madrid por complicaciones con el embarazo (espera para febrero un hijo del Kun Agüero, que por ese motivo el martes se fue de Glasgow). Diego se quedó en Escocia, aunque planificó trasladarse en chárter tras el partido. Finalmente la FIFA puso a disposición del Diez un avión privado: pasadas las 12, se fue a Barajas. "Los jugadores me ayudaron mucho a pasar este momento. Lo que pasé no se lo deseo a nadie, a nadie. Mi hija pidió que me quedara, me quedé y ganamos. Ahora quiero estar con ella".

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