13/10/08

Basile vs Bielsa

Ni el clásico del miércoles. Ni la tabla de las Eliminatorias. Ni la caída del índice del Dow Jones o el Nasdaq. Hay otra cosa que a Alfio Basile, por estas horas, lo obsesiona muchísimo más. Esa cosa empieza con B. Es Bielsa, un enemigo público que él mismo cocinó en el horno de su orgullo.

Lo curioso es que no se puede historizar esta rivalidad en una pelea previa. Tampoco sus estilos abonan conceptualmente una dicotomía como la de Bilardo y Menotti. Y, Pekerman mediante, el Coco no fue siquiera su sucesor directo. Pero personalizó en la figura de Bielsa al arquetipo de sus opuestos. Estar contra Bielsa fue el modo de contestarles a los que cuestionan su modo de trabajo liviano. Y así, indirectamente, el Loco se transformó en contra suyo.

Y hablando de contras, el Coco legitimó esta cruzada con la frase que le dedicó al periodista Román Iucht. Es que Iucht, desde su lógica, se encuentra enfrente por defender supuestamente el paradigma de Bielsa. Ergo, los amigos de mis enemigos son mis enemigos. Otro testimonio: uno de los ayudantes del Coco le refregó a Emiliano Pinsón, cronista identificado con el Loco, el triunfo de la primera fecha de estas Eliminatorias. Lo hizo en un hotel de Venezuela, metiendo su dedo índice dentro de un círculo conformado por su otra mano. Basile, desafiante, aprobó la escena. Agarrame que lo mato.

Desde el vamos, el Coco se diferenció en la toma de decisiones. Prescindió de una generación relacionada con Bielsa a la que luego terminó incluyendo. Y, paradójicamente, en su afán por mostrar cierta disciplina organizativa. También cambió en su intención de exhibirse como un devoto de la videoteca que el Loco había fundado en Ezeiza.

La rivalidad no resultó correspondida del otro lado de la Cordillera. Bielsa nunca dio indicios de aceptar a Basile como un enemigo. Sí descubrió, igual que el Coco, contras mediáticos tanto en la Argentina como en Chile, aunque no expresó que éstos hayan sido impulsados por sectores de la prensa que fogonean a otros entrenadores.

Ganarle a Bielsa es, para Basile, ganarles a todos los que ponderan las formas del Loco. Si bien ambos parten de propuestas ofensivas, se alejan mucho más allá de los cuernitos y el pantalón al ombligo: representan el control versus el vértigo, la predilección por el jugador ante la insistencia por el sistema y la horizontalidad contra la verticalidad. "Si tuviera que elegir, diría que me siento más cómodo con el orden que con la espontaneidad", afirmó Bielsa. Basile diría exactamente lo contrario, privilegiando la resolución del juego a través de las respuestas individuales.

La pregunta es saber por qué Basile le dio más entidad a este dilema. Y la respuesta, acaso, se puede hurgar en la caída de su índice de popularidad que encadenó tras la frustrada Copa América y la seguidilla de partidos sin victorias en el 2008. Es discutible el camino que tomó. Bielsa no es el paladín del bien. Tampoco de los resultados. El Mundial 2002 expresó que en fútbol no alcanza con la sistematización, los conitos ni la preparación. Más: el Coco le ganó los dos partidos que jugó contra los equipos de MB. El primero fue un San Lorenzo-Vélez (2-1) en 1998. Y el segundo, el del 13 de octubre del 2007 en el Monumental. Ese día el Loco se encontró con el reconocimiento de seis de camiseta celeste y blanca que se acercaron a saludarlo. Otro, que se llama Juan Román Riquelme, lo despidió con dos goles. Fue la gran revancha con cuernitos para el hombre que inventó esta película.

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