"¡Que viva Celia!", respondió rápido Maradona al ser consultado sobre una declaración de Messi, premonitoria de la situación que se confirmará dentro de poco: "El sueño de mi mamá es que me dirija el Diego". La mamá de Messi se llama Celia. "Hay que darle el gusto a Celia", completó Maradona con una sonrisa, un modo simpático para insistir con su postulación para el banco de la Selección. Diego se moría por dirigirlo y mamá Celia cumplirá su sueño. 'Y Messi?
Cuando se confirmó la designación de Maradona, en Barcelona ya estaba entrada la noche. Messi no habló. Se espera que lo haga este mediodía, seguramente con palabras elogiosas, y el asunto será ver qué grado de satisfacción exterioriza. Desde sus comienzos, el crack actual mostró admiración, respeto y fascinación por Diego. Tanto que en los primeros contactos quedaba inmovilizado por los nervios, como aquella vez en la previa a La Noche del Diez: "Tenía preparada varias cosas para que me firme, la cámara de fotos... Pero de repente entró en el camarín y no pude decirle nada", contó la Pulga.
Con el paso del tiempo, las permanentes comparaciones provocaron cierto fastidio en Messi. No con Maradona, sino con los que insistieron con el juego de las coincidencias que una y otra vez él mismo se encargó de desestimar. Diego, mientras, lo mimó con elogios a la vez que midió las analogías en algunos casos: "Yo le hice ese gol a Inglaterra, en un Mundial", aclaró entre sonrisas por aquella apilada de la Pulga contra el Getafe, por la Copa del Rey. A esa altura, Messi cada vez más crack, los elogios ya no iban y venían tan fácil.
En la previa al Mundial 2006, Maradona dio otra muestra de apoyo para Messi: pidió que la 10, con su significancia, fuera para él. El deseo de Diego no se concretó (ese número quedó en la espalda de Riquelme), aunque Leo agradeció el gesto. La relación no podía ser de punta a punta color de rosa, sobre todo con la espontaneidad de Maradona en el momento de declarar. Las palabras sobre su "falta de carácter" para dejar el Barcelona y unirse al plantel de los Juegos Olímpicos, obvio, no cayeron nada bien en los oídos de Messi. En Pekín, obvio, hubo reconciliación. "Messi a veces juega para Messi", criticó Diego después del 1-1 ante Perú. "Estoy acostumbrado a que Diego hable", habló la Pulga, por primera vez, al llegar a Barcelona. Dos cracks y una relación ambivalente que ahora entrará en una etapa diferente.
Cuando se confirmó la designación de Maradona, en Barcelona ya estaba entrada la noche. Messi no habló. Se espera que lo haga este mediodía, seguramente con palabras elogiosas, y el asunto será ver qué grado de satisfacción exterioriza. Desde sus comienzos, el crack actual mostró admiración, respeto y fascinación por Diego. Tanto que en los primeros contactos quedaba inmovilizado por los nervios, como aquella vez en la previa a La Noche del Diez: "Tenía preparada varias cosas para que me firme, la cámara de fotos... Pero de repente entró en el camarín y no pude decirle nada", contó la Pulga.
Con el paso del tiempo, las permanentes comparaciones provocaron cierto fastidio en Messi. No con Maradona, sino con los que insistieron con el juego de las coincidencias que una y otra vez él mismo se encargó de desestimar. Diego, mientras, lo mimó con elogios a la vez que midió las analogías en algunos casos: "Yo le hice ese gol a Inglaterra, en un Mundial", aclaró entre sonrisas por aquella apilada de la Pulga contra el Getafe, por la Copa del Rey. A esa altura, Messi cada vez más crack, los elogios ya no iban y venían tan fácil.
En la previa al Mundial 2006, Maradona dio otra muestra de apoyo para Messi: pidió que la 10, con su significancia, fuera para él. El deseo de Diego no se concretó (ese número quedó en la espalda de Riquelme), aunque Leo agradeció el gesto. La relación no podía ser de punta a punta color de rosa, sobre todo con la espontaneidad de Maradona en el momento de declarar. Las palabras sobre su "falta de carácter" para dejar el Barcelona y unirse al plantel de los Juegos Olímpicos, obvio, no cayeron nada bien en los oídos de Messi. En Pekín, obvio, hubo reconciliación. "Messi a veces juega para Messi", criticó Diego después del 1-1 ante Perú. "Estoy acostumbrado a que Diego hable", habló la Pulga, por primera vez, al llegar a Barcelona. Dos cracks y una relación ambivalente que ahora entrará en una etapa diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario