No le sale nada a River y casi todos sus jugadores no hacen demasiado para que les salga algo.
El que hace de todo es Diego Simeone, y no sólo pegarle piñas a las paredes. El Cholo se transformó en el rey de la reinvención con la cantidad de equipos que formó y mandó a la cancha. Aunque esa capacidad de búsqueda impactó de frente con la incapacidad para encontrar una formación confiable y estable.
Todos son culpables de esta vergonzosa posición.
Los arqueros, antes Ojeda y ayer Vega, son buenitos pero siempre les hacen goles. Cabral, Quiroga y Tuzzio, comandante del descalabro, pierden de arriba, salen flojo de abajo y parecen siempre al borde de un gol en contra (Quiroga lo hizo). Los laterales le ponen esfuerzo pero... Augusto Fernández y Abelairas arrancaron bien ayer pero se apagaron como se apagó el aguante que les tuvo su gente (innecesario gesto de Augusto a la platea Belgrano). Ponzio y Ahumada luchan, pero... Buonanotte no consigue desequilibrar con su gambeta y pierde goles que en el Apertura no perdía. Flores tiene técnica, aunque acierta un pase de 10. Falcao se faja de espaldas al arco y termina fajado. Salcedo está a una frontera del que usó la camiseta que tuvo enfrente. No hay ninguna manifestación pública porque Rosales y Gerlo ni estén concentrados. El líder espiritual Abreu mira el torneo local desde afuera. Pibes como Mauro Díaz y Bou son presos de la manía cambiaria del técnico. Ninguno se revela ante la evidencia. Cualquier centro al área propia los paraliza. No hay, en este momento, jerarquía individual que haga de River algo parecido a un equipo.
Y ahí es donde surge la responsabilidad de Simeone. 'Por qué nunca se la jugó por una formación? Ni siquiera insistió con un esquema definido. Los que ejecutan y juegan son los jugadores, pero tanto cambio también profundizó este hundimiento.
Contra Newell's se dio una prueba práctica de todo lo anterior junto. River ganaba al minuto y 35 segundos porque hubo cambio de frente a un compañero (algo no muy frecuente), pase al compañero que se desmarca justo (tampoco es frecuente) y perfecta definición (menos frecuente todavía). Ese envión le duró lo que le puede durar a un equipo al que le cuesta manejar el desarrollo de un partido con la pelota en su poder...
Igual, pudo ganar. Y ahí aparece otra cuestión: la liga. Porque hace cuatro meses, Buonanotte metía la que falló y cualquier centro de Abelairas terminaba adentro. Pero Newell's también le pudo ganar. Se aferró a la altura y presencia de Schiavi, a la consistencia de Insaurralde, a la conducción de Leandro Torres y a ese aparador técnicamente brillante que es Cristian Fabbiani. No lo ganaron los rosarinos porque se apuraron en las tres últimas que tuvieron.
Uno de los que se apresuró al rematar cruzado y afuera fue Aguilar. No hubo colmo. Sí una nueva manifestación de un River que está último solo, triste y se paró en el umbral para ser el peor de su rica historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario