7/10/08

El conflicto de Mauricio Caranta


Faltaban pocos minutos para las 22 cuando Mauricio Caranta abandonó la oficina de Presidencia del club. En lugar de irse por el playón, por donde llegó y estacionó su Chevrolet Vectra negro, lo hizo por la puerta de atrás, por Brandsen, y en taxi, para evitar a la prensa. Eso sí, se fue con la misma calentura con la que había llegado casi dos horas antes. Durante ese lapso, el arquero y su representante, Luis Grillo, estuvieron reunidos con el trío dirigencial más importante: Pedro Pompilio, José Beraldi y Juan Carlos Crespi. La cuestión era resolver esta polémica iniciada el viernes sobre si el cordobés se sacó del partido con Estudiantes o si la decisión la tomó Ischia. Enojado con el presidente por sus duras declaraciones del domingo, Caranta se plantó y mantuvo lo que dijeron él y su entorno: que no se bajó. La única determinación que se tomó es que seguirá en Boca. Ahora, ¿significa que volverá a atajar? Eso se resolverá en una reunión cumbre que tendrán el arquero y el técnico esta mañana, antes del entrenamiento, aunque ayer, en plena reunión, hubo una llamada al DT, quien habría dado el ok para que Caranta continúe en el plantel. De la charla de hoy se definirá, entonces, gran parte del futuro de Caranta en Boca, en una trama que incluye su conflictiva relación con Juan Román Riquelme.

"La sangre no va a llegar al río", bajó el tono un directivo del club. Esa frase no coincidió con la cara de pocos amigos con que se retiraron Pompilio y Beraldi. Para la dirigencia, este conflicto genera un peor clima al que ya se vive por los últimos resultados. Entonces, el objetivo será conciliar a ambas partes. ¿Cómo? Porque la dureza de los dichos del presidente no contribuyeron demasiado a la causa. Además, este contrapunto generó heridas que seguramente serán difíciles de cicatrizar para Ischia y Caranta, porque si no hay una aclaración, quedará la duda sobre quién mintió.

Un directivo, en plan conciliador, intentó calmar los ánimos con un "quizás hubo un malentendido". Ahora, las versiones sobre lo que se habló en esa reunión del viernes a la mañana en el vestuario, que no contó con testigos, giraron en torno a tres temas: lo futbolístico (el nivel del arquero en los últimos encuentros), lo personal (una supuesta presión que estaría sintiendo Caranta a nivel familiar, con cargadas para con su hija en el colegio) y lo que tiene que ver con la relación con Riquelme.

Aunque el 10 no haya intervenido directamente en este conflicto, el tema lo roza por sus diferencias con Caranta. Diferencias que el arquero habría blanqueado ante Ischia. Más allá de ciertas conductas y ciertos privilegios que goza Román, que molestan no sólo a Caranta sino a varios integrantes del plantel, hay una cuestión de nulo feeling entre ellos. Claro, alimentado por algunos episodios. Por ejemplo, cuando Riquelme, a principios de año, declaró que el mejor arquero del país era Carrizo. O cuando a mitad de año se filtró que Román, en la Selección, le pidió a Abbondanzieri que volviera a Boca. O ciertas críticas, por lo bajo, que deslizó el 10 hacia el trabajo de la defensa en algunos partidos. También hubo un contrapunto público. Tras Argentinos, JR afirmó que San Lorenzo tenía el mejor plantel de la Argentina. Al día siguiente, Caranta, consultado por Olé, aseguró que el mejor plantel lo tenía Boca. Y el contrapunto íntimo, pero que igual trascendió, fue en el entretiempo del partido con Tigre. Boca perdía 3-2 y hubo una fuerte discusión entre ambos.

Los dirigentes saben que Caranta es patrimonio del club. Boca le compró el pase en diciembre del 2006 en 900.000 dólares y al 1 le quedan dos años más de contrato. Si sigue en el plantel, igual parece difícil que vuelva a atajar. La salida más elegante parece ser una venta a fin de año.

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