Bronca. Calentura. Impotencia. Desazón. Y todos los estados de ánimo negativos que se le ocurran fueron los que experimentó Diego Simeone en esa caminata desde el banco de suplentes hacia el vestuario. Hasta que se desbordó. No aguantó más y le tiró una piña a una puerta. Tan fuerte le dio al marco que su mano derecha se hinchó y se llenó de dolor. Enseguida lo llevaron a la concentración y de ahí al Departamento Médico del club, donde le realizaron una radiografía. No se pudo apreciar si sufrió una fractura (hoy le harán otra placa), pero le tuvieron que vendar la mano derecha, en especial el dedo anular y el meñique.
La racha negra de este semestre, que ya se ganó un lugar entre las peores de la historia de River, otro partido que pasa sin jugar bien y desaprovechando situaciones que le podrían haber dado el triunfo, los variados insultos que le dedicaron los hinchas y la soledad en el último puesto de la tabla son las principales razones para que el Cholo explote de esa manera. Lamentablemente, una vez que se consumó el empate no hubo explicaciones de parte del técnico, ya que se fue sin pasar por la conferencia de prensa después del golpe y la atención médica que recibió en el Monumental.
Como de costumbre, Simeone vivió el partido parado, al borde de la raya, y con una nueva camisa, que no debutó con un triunfo pero al menos tampoco perdió. El Cholo -y también su ayudante Nelson Vivas- abandonó el negro por un celeste muy clarito y corbata. Intentó alentar a sus jugadores, ordenarlos, corregir errores, aunque nada dio los resultados que él esperaba. Su equipo sigue sin tener una línea de juego ni reacción para cambiar la historia en 90 minutos. Rescató un punto después de dos derrotas, el primero de los nueve que soñaba conseguir previo a la revancha contra Chivas. Con suerte (mucha), llegará a cuatro si le gana el sábado a Lanús para luego arrancar la aventura mexicana, que podría significar el final de su era como técnico de River.
Si no logra remontar el 1-2 en Guadalajara, el Cholo le pondría un punto final a su ciclo. Tal vez no en ese momento, sino que podría cumplir el contrato hasta diciembre, pero sabiendo que no lo renovará. El quisiera quedarse, pero sólo si logra que el equipo vuelva a ser el de antes y no éste que va último.
La racha negra de este semestre, que ya se ganó un lugar entre las peores de la historia de River, otro partido que pasa sin jugar bien y desaprovechando situaciones que le podrían haber dado el triunfo, los variados insultos que le dedicaron los hinchas y la soledad en el último puesto de la tabla son las principales razones para que el Cholo explote de esa manera. Lamentablemente, una vez que se consumó el empate no hubo explicaciones de parte del técnico, ya que se fue sin pasar por la conferencia de prensa después del golpe y la atención médica que recibió en el Monumental.
Como de costumbre, Simeone vivió el partido parado, al borde de la raya, y con una nueva camisa, que no debutó con un triunfo pero al menos tampoco perdió. El Cholo -y también su ayudante Nelson Vivas- abandonó el negro por un celeste muy clarito y corbata. Intentó alentar a sus jugadores, ordenarlos, corregir errores, aunque nada dio los resultados que él esperaba. Su equipo sigue sin tener una línea de juego ni reacción para cambiar la historia en 90 minutos. Rescató un punto después de dos derrotas, el primero de los nueve que soñaba conseguir previo a la revancha contra Chivas. Con suerte (mucha), llegará a cuatro si le gana el sábado a Lanús para luego arrancar la aventura mexicana, que podría significar el final de su era como técnico de River.
Si no logra remontar el 1-2 en Guadalajara, el Cholo le pondría un punto final a su ciclo. Tal vez no en ese momento, sino que podría cumplir el contrato hasta diciembre, pero sabiendo que no lo renovará. El quisiera quedarse, pero sólo si logra que el equipo vuelva a ser el de antes y no éste que va último.
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